La vida, los hijos y una escuela: cómo motivarnos para aprender #encasa.

Corría marzo de 2020. Mi Julieta, como tantos, empezaba su ansiado primer grado. Sin embargo, a las dos semanas de comenzar a transitar ese nuevo camino, todo cambió. Quizás los tuyos no empezaron la primaria, pero el cambio sería igual de rotundo.

Desde entonces, mamás y papás, al mejor estilo superhéroe, en seños y profes. Sólo que no tenemos ni un súper poder, más que el amor por nuestros hijos. 

Hoy ya llevamos un largo camino recorrido. Sin embargo, la incertidumbre, el cansancio y el cambio constante de las dinámicas siguen generando estragos en la motivación por aprender de nuestros hijos, así como en nosotros como mamás y papás. 

Motivación y aprendizaje hijos


Por eso, lejos de colgar de nuestras capas, con el equipo de De Madre a Madre, queremos contarte algunas ideas que fuimos poniendo en práctica, sobre todo con los más chicos, para esos momentos en que la escuela en casa se torna cuesta arriba:

Si no es un juego, que lo parezca.

Nada enciende más la mente de un niño como jugar. Podés aprovechar eso tratando de encontrar el costado lúdico de lo que les toca abordar. ¿Cuestan las sumas y restas? Podrían jugar al kiosco comprando y vendiendo. 

Mi casa; mi aula. 

Los espacios nos motivan, predisponen y pueden servirnos para disminuir distracciones.  Decorar o acondicionar un rinconcito de tu casa que dediquen para hacer la tarea podría sumar para delimitar ese momento. Ustedes como adultos pueden proponer la idea, y ser tu peque quien participe en los detalles. 

La rutina de ir al cole en casa. 

Las rutinas son importantes para los chicos. Los ordenan y los hacen sentir más tranquilos y seguros porque saben qué va a suceder. 

Es conveniente entonces que puedan establecer un horario para el cole en casa y sostenerlo. No necesita ser todos los días a la misma hora. Lo importante es que tu peque sepa que hay momentos destinados para esa actividad (y si lo puede ver en algún lado, ¡mejor!). 

Si me interesa, se queda en mi cabeza. 

Los chicos son prácticos y su curiosidad y capaz de asombro están a flor de piel. Si logramos llamar su atención sobre algo, lo recordarán (y si logramos que participen, ¡vale doble!). 

Hay mil recursos que pueden ayudarnos, dependiendo de los intereses de tu peque: juguetes didácticos, videos, juegos de mesa, películas, libros, objetos de la casa. Todo es válido; la imaginación es el límite.

Prestame tus zapas.

La frustración es parte de la vida y, como tal, es inevitable que aparezca. Una forma de lidiar con ella es sentirse comprendido. 

Tal vez, si tu peque no está comprendiendo algo, podrías plantearle que a vos te resulta difícil explicarlo y proponerle que sea tu maestro un momento para que puedas ver cómo se hace. 

No le decimos que no entiende, sino que nosotros no estamos explicando bien y también estamos frustrados; así tratamos de correrlo del conflicto para que se recupere y podamos retomar.

No te olvides: mi trabajo es jugar.

Tener tiempo libre y de esparcimiento es tan importante como cumplir con el cole. Recordá que los chicos están aprendiendo todo el tiempo y, sobre todo, cuando juegan. 

Como siempre te decimos, son ideas. Que pueden funcionar o no. La propuesta es intentar equilibrar la obligación con el disfrute de los logros de nuestros hijos (¡mi hija empezó a leer sola antes de dormir!). De permitirnos transitar este contexto extraordinario sin la presión de que todo deba salir bien y funcionar. No estamos solos en esto.

Vanesa Aquila, psicopedagoga, nos explica que la conducta de los chicos es un síntoma de lo que está viviendo el grupo familiar. Entonces puede resultar interesante que, si los vemos apáticos o frustrados, podamos detenernos a ver cómo estamos viviendo estos procesos como papás y mamás en lo personal, lo laboral y lo cotidiano, para ver qué estamos comunicando sin palabras. 

Como se plantea en el libro “El niño feliz” de Dorothy Briggs, a nadie se le ocurre tirar de la punta de una planta para que crezca más rápido. Confiamos en que, si le damos agua, aire, luz y los nutrientes adecuados, ella va a saber crecer. 

Tal vez deberíamos confiar un poco más en nosotros mismos (recordemos que llevamos una capa) e intentar enfocarnos en lo que realmente necesitan: nuestra compañía y apoyo. Ellos ya sabrán crecer.

Por Marie Luppino