Recomendaciones para saber cómo actuar ante los berrinches de nuestros hijos

Seguramente sea uno de los temas por el que las madres más consultan a los pediatras. ¿Qué hago cuando se pone a hacer berrinches? ¿No es muy chiquito para que ya empiece con las rabietas?  ¿Qué hago cuándo estos comportamientos aparecen en público? ¿Cómo hago para no estresarme? ¿Qué pasa si con mi marido no nos ponemos de acuerdo en la manera de actuar? 

Tranquilas. En principio, los berrinches son totalmente normales y esperables. Generalmente, comienzan entre los 12 y los 18 meses, suelen intensificarse entre los dos y tres años, y luego deberían ir disminuyendo rápidamente llegando los cuatro años, dado que se considera que a esta edad el niño ya ha adquirido nuevas herramientas para su control emocional, así como también ha incrementado su vocabulario y puede comunicar lo que desea y lo que le pasa a través de las palabras. 

¿Qué hacer?

La mejor manera de actuar al momento del berrinche, no es sencilla, pero a largo plazo, éstos desaparecen ya que enseñamos al niño nuevas maneras de comunicar y conseguir las cosas.Hay que ser paciente y estar lo más calmada posible en el momento en el que el niño hace su berrinche. Para esto, debemos pensar que no importa lo que piense quien nos esté observando, solo pensemos en el beneficio a largo plazo de la conducta que como padres tomamos ante el berrinche de nuestro hijo. No hay que ceder de inmediato a su deseo (el cual nos está expresando con su berrinche). Solo dar lo que el niño desea si lo consideramos pertinente, luego de acabado el berrinche, nunca en el medio porque esto haría que se fije esa conducta en posteriores situaciones. Lo importante es confiar en que si no cedo ante esa conducta, estas irán disminuyendo”, recomienda a «De Madre a Madre» Andrea Degiusti, licenciada en Psicología, Especialista en Gestión Emocional y creadora de @saludyemociones .En medio de un berrinche es necesario hablar en positivo y no en negativo. Es decir, en vez de decir “no grites” o “no te tires al piso”, expresar la conducta que esperamos que suceda: “parate”, “caminemos juntos”, “hablá tranquilo”. De esa forma le estamos brindando la posibilidad de saber lo que estamos esperando de él. De otro modo solo prohibiremos y es probable que el niño no sepa, entonces, cómo actuar. 

Además, es importante anticiparnos a las situaciones y poner siempre en palabras explícitas lo que esperamos del niño, siendo claros y usando pocas palabras para que entienda y lo recuerde. “Vamos a ir al supermercado, allí solo compraremos lo que mamá decida”. 

“En niños de todas las edades, pero más aún si es menor de cuatro años, es importante que señalemos a diario sus emociones, que pongamos en palabras lo que observamos de ellos diciéndoles, por ejemplo: ´te veo feliz´, ´me parece que te enojaste´, ´eso te dio miedo´, ´te pusiste triste´. Esto ayudará al niño en su control emocional y le servirá para toda su vida. Entonces, ante situaciones que desea o que no le gustan sabrá identificar sus emociones y querrá ponerlas en palabras y esto disminuirá  la posibilidad de que realice berrinches. Asimismo, un buen diálogo y comunicación con nuestros hijos los ayudan a aprender a poner en palabras y usarlas como herramientas de comunicación lo cual los llevará a no necesitar berrinches para comunicarse cuando ya hagan buen uso del lenguaje”, sostiene Degiusti.

“Es muy importante regalarles calma”

¿Qué NO debemos hacer?

No hay que ser invasivo intentando contener físicamente al niño, tampoco acceder a darle lo que desea y por lo cual ha iniciado el berrinche. No es bueno impacientarse, ponerse nervioso o gritar.

“Es muy importante regalarles calma. Cuando tu hijo se altera en medio de un berrinche, acompáñalo con la mayor tranquilidad posible porque de este modo le enseñas a regular sus emociones y que hay otro modo de lograr las cosas. Para esto es necesario que los propios padres tengan control de sus emociones, o bien trabajen en la búsqueda de este autocontrol. No nos enojemos con nuestros hijos cuando hagan un berrinche, ellos también lo hacen como pueden y están aprendiendo a comunicarnos lo que les pasa y lo que quieren. Es nuestra tarea hacer visibles esas conductas, terminado el berrinche señalarlas, enseñar a poner en palabras, pero siempre desde la calma y el amor porque esa conducta de calma y de hablar con dulzura también está enseñándole a nuestros hijos cómo actuar a futuro en una situación difícil”, finaliza Degiusti.

Como vimos, es normal y esperable que nuestros hijos hagan algún tipo de berrinche. Como padres, tenemos que mantener la calma y ser pacientes en medio de las rabietas. Es importante que les hablemos en positivo y no ceder de inmediato a su deseo y, además, no debemos olvidarnos de poner en palabras lo que observamos de ellos. Y hacer foco en lo que se esconde detrás de cada berrinche. A todos nos pasó y nos seguirá pasando, pero siempre que llovió, paró. Como padres, podemos aprender de cada uno de estos berrinches y quedarnos con una enseñanza que, seguramente, nos servirá para más adelante.

Parejas tóxicas: Claves para salir de esas relaciones

Las parejas tóxicas se tratan de relaciones que suelen pasar del bienestar al malestar en muy pocos segundos porque en todos los casos uno de los componentes del vínculo construye efectos amenazantes llevando al otro a un estado de alerta donde el desenlace siempre es impredecible.  Se vive en un estado permanente de incertidumbre amorosa en el que las personas terminan con una enorme caída en su autoestima y en su identidad. 

La característica principal de este tipo de vínculos es que son relaciones que generan sufrimiento, dependencia y malestar físico y emocional y a pesar del malestar que generan no pueden disolverse ni cambiar. Las personas que establecen este tipo de vínculos suelen tener una autoestima baja y este tipo de relaciones adictivas, tóxicas, co-dependientes no suelen ser aisladas ni casuales. 

Manipulaciones y agresiones

“La importancia de hablar de relaciones tóxicas en mujeres que son madres está dada en poder hacer visible no solo lo insalubre del vínculo para sí mismas, sino el impacto negativo que deja en los hijos así como el modelo a seguir que como madres le trasmitimos a nuestros hijos quienes son nuestros espectadores permanentes. En espacio de terapia ellas relatan con mucha naturalidad situaciones cotidianas repletas de manipulaciones o agresiones que no suelen percibir como tales o que al hacerlas visibles las consideran su responsabilidad porque eso les han hecho creer sus parejas”, explica a De Madre a Madre Natalia Cociña, licenciada en Psicología. (@natalia_cocii).

“Algo tóxico es algo que nos hace mal. Se les llama así a aquellos en los que una o ambas partes sufren más de lo que disfrutan, se ven sometidos al desgaste emocional para convencerse de que se puede salvar la unión, y así van y vienen en un círculo nocivo que es muy difícil detener. El quid de la cuestión es que no elegimos sentirnos atraídos por alguien voluntariamente; ni decidimos inclinarnos por unas personas más que por otras. Gran parte de la dinámica de las motivaciones que nos impulsan a preferir a alguien son procesos inconscientes y que no dependen de decisiones racionales. Los procesos que llevan a una persona a preferir a otra parten de la propia estructura psicológica y de sus experiencias de vida”, expresa a De Madre a Madre María Gabriela Simone, psicóloga especialista en sexualidad y pareja. (@licenciada.simone)

Muchos parejas que tienen conductas tóxicas con sus mujeres o con sus ex mujeres lo hacen atacando su rol materno. Por ejemplo, un ex marido intenta controlar de manera recurrente los movimientos de su ex mujer cuestionando que si sale no le dedica tiempo a sus hijos, que los está abandonando, que los niños no deberían quedar a cargo de otra persona,  que antepone sus necesidades ante las de sus hijos, que prioriza, por ejemplo, gastar en un vestido para salir antes que en ropa para los chicos.  

“Todas esas conductas son más comunes de lo que uno cree y ello impacta en estas mujeres de manera muy visible dejando de lado su vida social por temor a los cuestionamientos. Entonces, comienzan a preguntarse sobre su rol materno, sienten culpa porque les han hecho creer que fueron egoístas, y ello impacta, inevitablemente, en su autoestima (que ya suele ser baja) produciéndoles inseguridades y temores. Independientemente de la edad que tengan sus hijos (bebes, niños o adolescentes) es utilizado el rol materno como forma de control y de manipulación sobre la mujer”, dice Cociña.

¿Qué hacer para salir de estas relaciones tóxicas?

Cociña cuenta que luego de un tiempo en terapia logran comprender que quedándose en ese sitio sus hijos observan e incorporan como algo natural la toxicidad en un vínculo amoroso que más adelante los perjudicará. 

“Logran salir, son mujeres que vuelven a sonreír, cambian su forma de vestir, se animan a tomar decisiones que sean satisfactorias para ellas aunque no sean funcionales a los deseos de los demás. Elevan notoriamente su amor propio y, finalmente, expresan un conjunto de emociones positivas por correrse de un vínculo tóxico y reconocer que no volverían a un sitio así ni por ellas ni por sus hijos. Muchas veces, las mujeres que son mamás llegan con la convicción que deben ´soportar´ ciertas situaciones tóxicas por sus hijos y es justamente por sus hijos que deben salir de allí, uno no tiene que permanecer como modelo de algo que no quiera para el futuro de  sus hijos”, afirma Cociña. 

Claves para salir adelante 

-Tomar consciencia de que se vive mal y se sufre. 

-Abandonar la queja y ocupar un rol activo en busca del bienestar psíquico. 

-Desear vivir mejor, cambiar y dejar de sufrir. 

-Ninguna excusa es válida o es suficiente para permanecer en una relación tóxica. 

-No debemos ser funcionales a nadie cuando implica posteriormente padecer sentimientos de culpa, temor o angustia.

-Buscar en nuestro interior si estamos donde queremos estar y poder identificar sentimientos y emociones.

-Buscar apoyo en aquellas personas que son capaces de escuchar y acompañar sin juzgar, ni criticar, ni maltratar. 

-Fortalecer la autoestima y creerse merecedores de algo mejor.

(Por Alejandro Gorenstein, periodista y escritor)

@alegorenstein