Lo que trajo la maternidad (siempre el vaso medio lleno).

La maternidad trajo y se llevó. Se lleva horas de sueños, momentos de descanso, siestas improvisadas y maratones en Netflix. Pero como me gusta ver siempre el lado positivo de las cosas… y es imposible no verlo con la maternidad. Tengo que reconocer que me trajo muchas cosas.

Me trajo más paciencia. No sé si la tenia de antes, escondida o quizás se generó al momento que parí.

Me trajo unos cuantos kilos y ni que hablar de las famosas estrías. Esas que se quedan para recordarte lo que significó tener a alguien adentro tuyo, dejando de lado lo emocional y si atándolo fuertemente a lo físico.

Me trajo nuevas promesas. Me prometí a mi misma dejar de hacer muchas cosas con tal y la única condición de que mis hijas sean felices.

Me trajo nuevas peleas. Discusiones triviales, de si es necesario poner doble buzo por el frío que está haciendo o no. Discusiones, de si está bien que juegue con el teléfono a altas horas de la noche. De si tiene que seguir durmiendo en mi cama o no.

Me trajo nuevos gastos… (Es imposible pasar cerca de un kiosco y que no pida el famoso huevito kinder o algún juguete que le guste.) Obviamente, aparte de los básicos pañales.

Me trajo nuevos besos, nuevos olores, nuevas canciones…Me trajo nuevo trabajo. Nuevos proyectos, nuevos desafíos.

Me trajo nuevas amigas. De esas, que las encontraste justo…en ese momento donde necesitabas a alguien que te entienda y te diga: «Si! A mi me pasa igual!»

Me trajo viejas amigas… pero que se habían perdido en el tiempo y la maternidad nos reencontró.

Me sacó viajes improvisados, pero me trajo otros compartidos.  Me sacó que todos los sábados sean día de peluquería, pero me trajo la fiaca en la cama con ellas.

Al final, el lleva y trae siempre está, pero lo más importante es que en la balanza disfruto más de lo que me trajo de lo que voy a extrañar lo que me sacó.