El difícil camino hacia la maternidad

Toda la vida nos educaron para evitar el embarazo, pero ¿qué pasa cuando lo buscas y
no se da? Allí es cuando la reproducción asistida ingresa a tu vida, ponés el cuerpo y te sumergís en un mar de emociones.


Hablamos con Maru Pesuggi , autora de “Que me parta un milagro” y otras mamás, sobre qué cosas le pasan por la cabeza a una mujer mientras inicia un tratamiento de fertilización. “Puede que te empieces a sentir que “no servís”, y esto tiene relación a una concepción que viene desde la antigüedad que focaliza todo el problema en la mujer, cuando el problema puede venir de cualquier miembro de la pareja. Con el tiempo surgen otras emociones: incertidumbre de lo que puede o no suceder, miedo de no conseguirlo, inestabilidad en la pareja (si la hubiera) porque este tema atraviesa la intimidad en su totalidad, el celo de las panzas ajenas (otros embarazos), sentimiento de incomprensión del entorno, bronca y frustración.”

Silvana tiene 42 años y una hija de dos, nos cuenta que el hecho de no quedar embarazada le generaba sentimientos encontrados. “Antes de poder quedar embarazada el enterarme que otras personas estaban esperando un bebé me hacía sentir un poco mal. Pero no por ellos, sino porque no entendía el por qué me costaba a mí, por lo que hice mucha terapia, hasta que un día comprendí que tal vez no era mi momento”.

Volver a empezar
A veces el método de reproducción asistida no funciona y será necesario realizar varios intentos hasta conseguir el tan deseado embarazo. “Volver a intentar” parece un loop eterno. En cada tratamiento se espera el positivo, se pone el cuerpo al deseo y al sueño de la maternidad y el negativo se siente una trompada en la boca del estómago”, exclama Maru. 
Solange fue mamá a los 34 años, hoy sus mellis tienen cinco. Para esta mamá el antes, durante y después fue una odisea. Pasó por una preeclampsia, sus bebés nacieron a los 7 meses y estuvieron seis semanas internados en neo. Para Sol la búsqueda del embarazo fue una etapa compleja: “El tratamiento en su totalidad fue tan largo por todas las frustraciones que sentimos. Cada mes que no quedaba embarazada era como un duelo, llegué a tener depresión y tuve que recurrir a terapia”.


 
El miedo a perder lo que costó tanto
 
El test positivo y la felicidad de haber logrado el embarazo parece dejar atrás la ansiedad de la búsqueda, sin embargo, emerge otra emoción
Silvana nos cuenta sus miedos “se focalizaron a llegar a término, que no tuviera complicaciones el bebé.  Y casi lo tuve en reserva hasta cumplir los 6 meses. Evité fotos, salidas. Fue una decisión que tomé por ese miedo que da el perder embarazos”.
María Soledad es cardióloga, tiene 44 años y antes de quedar embarazada de su hijo
Ciro, realizó tres intentos de fertilización asistida. Ella comenta que luego de quedar
embarazada “estaba siempre angustiada, tuve una amenaza de parto prematuro, a los
5 meses, y siempre pensaba que no iba a nacer”
 

Un deseo postergado.


Hay otra realidad, y es la de las mujeres que pospusieron sus deseos de ser madre porque aún no formaron una pareja estable, o su compañero no tenía en sus planes la paternidad. También están las que pusieron toda su energía al desarrollo profesional y decidieron esperar.
Andrea, tiene 40 años, es soltera y va por su segundo tratamiento. “El deseo estaba solo que pensaba que iba a aparecer alguien para concretarlo y así fue como pasó el tiempo… Postergue la decisión más que el deseo, solo que cuando la decisión es de a dos era más difícil, mis dos últimas parejas no querían hijos”. Respecto a la contención que se necesita para afrontar este desafío, nos dice: “Es duro y es raro porque cuando no hay una pareja es como que no sabés cómo querés que te acompañen”. Andrea reflexiona que iniciar este proceso le permitió comenzar a mirarse desde otro lugar:
“Durante el tratamiento hubo un redescubrir de mi cuerpo, como un mayor
autoconocimiento y traté de cuidarlo más”

En línea con lo que manifiesta Andre, Maru Pesuggi aconseja que al momento de
entablar la búsqueda es necesario escucharse y observarse. “A veces con el objetivo de llegar al embarazo no nos damos cuenta que atropellamos todo lo que necesitamos: pausas, cambios, tiempos. No hay garantías, nadie las tiene, por eso este camino puede ser corto, mediano o largo. Sea como sea, lo ideal es ir dando pasos que también permitan disfrutar la ilusión de llegar a la maternidad.

Por Natalia Sana